Sed compasivos, perdonad…

7º DOMINGO T.O.
LUCAS 6,27-38

Después que Jesús les expuso las bienaventuranzas y también la malaventuranzas, Jesús invita a todos a cultivar un amor misericordioso para parecerse lo más posible al Padre de la vida. Los pobres al menos, en el cielo recibirán su recompensa; los ricos lo perderán todo. Pero aquí en la tierra la vida sigue. ¿Cómo deben relacionarse entre ambos? Los pobres, ¿estarán resentidos y se pondrán contra los ricos deseándoles todo clase de desgracias?, ¿Los ricos llegarán tarde a reconocer su torpeza de haber vivido juntando y juntando?

¿Cómo actuar?

Jesús ahora va a hablar de sentimientos y de situaciones adversas.

Jesús dirigiéndose a todos les dice: “amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian”. ¿Cómo reaccionar ante esa situación?. Realmente difícil. Pero de las cuatro cosas que dice Jesús, al menos dos son realizables: hacer el bien y rezar.

El amor no hay que entenderlo aquí en sentido afectivo, de padres a hijos o de enamorados que se quieren, sino en sentido práctico de “hacer siempre el bien”. Incluso Jesús ha dado ejemplo cuando cura la oreja del soldado que viene a detenerlo.

Dios no quiere que nos alegremos de la desgracia del otro, ni que odiemos a los enemigos, ni que devolvamos mal por mal… para un cristiano eso está prohibido.

Ahora Jesús va a hablar de acciones concretas: “al que te golpee en la mejilla… al que te quite el manto… al que te pide… al que te quite”. La verdad que suenan a absurdas. Eso es como decir hoy: “al que te quite el móvil dale también el reloj…” “al empresario que te abusa, no se lo reclames”.

Estas palabras de Jesús no se pueden tomar al pie de la letra. El mismo Jesús cuando está con los soldados y lo maltratan les dice: “si he hablado mal, dime en qué” Y si no, ¿por qué me pegas?” Y a continuación en el evangelio Jesús habla de una Regla de oro:

“Cómo queréis que os traten los demás, tratadlos vosotros a ellos”… “No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti”.

¿Motivos para actuar así?

Jesús es consciente de lo difícil que es lo que está pidiendo. Por eso ahora añade tres motivos para intentar facilitar ese modo de actuar:

  • Primero les dice que tienen que ser mejores que los pecadores. ¿Si amáis solo a los que os aman que mérito teneis’?. Los pecadores también lo hacen.
  • Segundo, Jesús promete una recompensa, pero sin esperar a la otra vida. Si actuamos como él dice, “seréis hijos de Dios que es generoso incluso con los malos”.
  • Tercero, el cristiano debe imitar al Padre, que es compasivo.

De todo esto aprendemos lo más novedoso: “la medida que uséis con los demás, Dios la usará con vosotros”. De nuestra conducta va a depender la que adopte Dios con nosotros.

Si juzgamos de mala manera a las personas, él nos juzgará; si condenamos él nos condenará; si perdonamos, nos perdonará… Y además con una recompensa abundante y generosa. Dios no es miserable. Pero al final, con la misma medida que midamos a los demás, NOS medirán a nosotros.