Estar siempre preparados

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO

MATEO 24, 37-44

Comienza el tiempo de Adviento, palabra que significa “venida, llegada” y hace referencia a la “venida de Cristo”. Bíblicamente hablando hay dos venidas: la que ya tuvo lugar hace dos mil años, que es la que recordamos y celebramos ahora con la Navidad, y la futura, la llamada “segunda venida” de Jesús que será al final del mundo, o juicio final y que abrirá la era definitiva o “vida eterna”.

Dice el evangelio de hoy que Dios llegará por sorpresa, y por ello debemos estar atentos, estar “en vela” porque no sabemos cuando llegará nuestro Señor. “Estad preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”.

La pregunta sería, ¿en qué consiste estar preparados?, ¿que debemos esperar ?, ¿como debemos esperar?

El profeta Isaías tiene una frase que dice que hay que esperar que un día se haga realidad lo anunciado por el profeta: “de las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra”. ¡Que sueño!. Os imagináis el día que no haya armas, no haya guerras, no haya deseo de acaparar, no existan los que invaden y anexionan territorios como si la tierra fuera suya…

¿Y si viene el Señor y nos encuentra en ello? ¿Que dirá? ¿Que hará?

El cristiano, como hijo de la luz, debiera renunciar primero a una serie de actitudes. Dice San Pablo: “comilonas, borracheras, lujuria, riñas…” Comportaos -dice él- de forma que la gente os confunda con El, que viéndoos pareciese que ve a El. Parecernos a lo que Jesús quiso y soñó de este mundo.

De igual manera no podemos dormirnos en los laureles, debemos reaccionar ante un mundo que a muchos no nos gusta. Y da Alegría pensar que cada vez hay más gente con conciencia y sentimiento de indignación ante tanta injusticia: guerras inhumanas, muertos en pateras buscando días mejores, ricos más ricos y pobres más pobres.

Hay un frente común de creyentes y no creyentes de cara a un mundo mejor y más humano y a la búsqueda de algo diferente. Por tanto una esperanza y un anhelo de que podemos ser más humanos, mejores.

Es urgente entender y actualizar las palabras de Jesús, “estad en vela”, que invitan a despertar y vivir con más lucidez y más conscientes de lo que tenemos entre manos. Es posible cambiar entre todos el rumbo de una sociedad que no nos gusta y en eso tenemos siempre que sumar los que anhelamos un mundo humano y solidario.