Padre Ángel: «50 años samaritanos, intentando poner un poco de alivio en el sufrimiento humano»
«Mensajeros quiso ser siempre la casa y la familia que los desheredados nunca tuvieron» (Padre Ángel)
José Manuel Vidal | 02.10.2012
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Mensajeros de la Paz, la ONG de la solidaridad, fundada por el Padre Ángel, cumple 50 años. Una cifra redonda. Una efemérides para «mirar hacia atrás con agradecimiento y hacia adelante con la generosidad que desencadena el amor y la esperanza». Y lo celebró con una misa de acción de gracias en San Jerónimo el Real de Madrid.
Una misa emotiva, en un marco solemne, por todos los que han hecho posible, durante todos estos años, este milagro solidario.
La inmensa y señorial iglesia madrileña, abarrotada de público. Con políticos, como la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, o la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril. También había diplomáticos y embajadores. Y famosas, como Ana Obregón o Ángela Carrasco, que interpretó, como salmo interleccional, el canto de María Magdalena de Jesucristo Superstar. Con una voz preciosa y a capela.
Pero, sobre todo, gente de Mensajeros y gente agradecida a Mensajeros. Y es que 50 años en la vida de una institución son un triunfo del que sentirse orgullosos.
En el altar, el Padre Ángel, presidiendo con su sempiterna sonrisa y su gesto humilde de siempre. A su lado, varios obispos: Monseñor Lorenzo, obispo de Astorga, monseñor Juárez, obispo de El Alto (Bolivia), Kike Figaredo, vicario apostólico de Battambang, y el titular de El Cairo- Alejandría (Egipto).
En el presbiterio, pero sin concelebrar, monseñor Carlos López, el obispo anglicano de Madrid y un pastor luterano alemán. Y decenas de sacerdotes. Curas de Mensajeros, como Julio, Vicente o Domingo. O el Padre Carlos de Ammán (Jordania). Y curas amigos de la obra del padre Ángel.
El coro minero de Turón
Una iglesia de ricos, la de San Jerónimo, «ocupada» por los servidores de los más pobres y necesitados. Y, por supuesto, con un toque obrero y asturiano, que puso el imponente coro minero de Turón (con sus cascos blancos y sus lámparas). Acompañaron con sus cantos la eucaristía desde la tribuna y, al final, bajaron al templo, para entonar la Salve en honor de la Santina. Para estremecerse de emoción.
En la homilía, el padre Ángel comenzó reconociendo que se sentía «feliz y emocionado», al ver cumplirse el 50 aniversario de una obra que «comenzamos Ángel Silva y yo». Con la bendición y el apoyo del entonces arzobispo de Oviedo, cardenal Tarancón.
Y el resto de la homilía se convirtió en un rosario de agradecimientos. Primero, a los Reyes, especialmente a la Reina Sofía, «a la que vimos acariciar y besar a los niños pobres».
Después, los políticos. Desde Felipe González, a Rajoy, pasando por Aznar y Zapatero. Y, como en la cita se olvidó de Adolfo Suárez, lo mencionó más adelante. Y también, a los iconos de la solidaridad. Y el Padre Ángel citó a la Madre Teresa, a Vicente Ferrer o a Enrique Miret.
Y un gracias especial a los obispos que siempre ayudaron a Mensajeros. Primero, a los presentes. Después, a los arzobispos de Oviedo: Tarancón, Díaz-Merchán, Osoro y Sanz. Y a los más de 70 que mandaron su adhesión al acto. Entre ellos se echó especialmente de menos al cardenal de Madrid, Rouco Varela, aunque, siempre elegante, el Padre Ángel no mencionó su llamativa ausencia.
Un agradecimiento sobre todo «a todas las personas buenas, que Dios puso en nuestro camino». Desde los voluntarios y colaboradores, a los educadores y trabajadores. Desde las dos educadoras asesinadas en Zamora al pequeño «Josué, el último regalo de Dios».
Dios, el tejedor
Y es que, como reconocía el fundador de Mensajeros de la Paz, «Dios ha ido tejiendo los hilos de nuestra vida y de nuestra obra». Y, «como el rostro de Dios son los pequeños, los humildes, los sencillos, los niños y los ancianos, Mensajeros quiso ser siempre la casa y la familia que los desheredados nunca tuvieron».
Por eso, podía asegurar con cierto orgullo preñado de humildad: «Con nuestras luces y sombras, a lo largo de estos 50 años siempre hemos estado donde más hacía falta«, porque «siempre hemos creído en Dios y en los hombres». Y el Padre Ángel concluyó: «Hemos querido ser mensajeros de la vida, de la luz y del amor. Hemos intentado pasar por la vida haciendo el bien. Dejadme, pues, deciros que os quiero. Y que Dios os bendiga a todos».
Mensajes y adhesiones
En el ofertorio, regalos y ofrendas de los cuatro continentes. Y, en la acción de gracias, el padre Vicente leyó los mensajes de los arzobispos de Oviedo y de Valladolid. Con el broche de oro de la la bendición que SS. Benedicto XVI hizo llegar a través de su Secretario de Estado, el cardenal Bertone.
Todo un reconocimiento a la vida y a la obra del Padre Ángel, uno de los máximos iconos de la solidaridad de la Iglesia católica actual. Y una invitación a que Mensajeros de la Paz siga haciendo «brillar en la sociedad el amor y el servicio de Jesucristo».